Maison de la Culture de Firminy, 1953-1965

Una única solución formal prevaleció durante todo el inicio del edificio, la de una construcción escultórica oblonga, de 112 metros de largo de norte a sur. La originalidad de esta opción es particularmente visible en una sección transversal, donde las líneas inclinadas de las fachadas y la elegante curvatura del techo, forman parte de un trapecio invertido. El impulso y el dinamismo excepcional que se desprenden de este edificio se ven amplificados por su ubicación a lo largo de la línea divisoria del barranco de una antigua cantera, donde también se encuentra ubicado un estadio.
La imagen de la Acrópolis de Atenas, tan significativa para la obra de Le Corbusier, se destaca aquí como una evidente referencia contextual para este templo de juventud y cultura. Le Corbusier habla de una «composición de paisaje».
Los «pans ondulatoires» (vidriados ondulantes), concebidos y diseñados junto con Iannis Xenakis, añaden a la fachada oeste un efecto vibratorio que acentúa el dinamismo general de las formas arquitectónicas y paisajísticas. La policromía ayuda a dar ritmo a esta fachada, diseñada y esculpida como una composición musical contemporánea o una pintura geométrica abstracta.
El interior, que se abre en dos niveles, nos permite apreciar la curvatura del techo y la inclinación de las fachadas, especialmente hacia el oeste, donde se ha aprovechado la pendiente para instalar las gradas del teatro y el auditorio.

La estructura consiste en pórticos transversales de hormigón armado separados por siete metros. La originalidad técnica del edificio se debe en gran parte a techo curvo, que le confiere un carácter escultórico. Desarrollada por la constructora Stribick, la audaz solución emplea placas Celium para formar una bóveda invertida que descansa sobre 132 cables agrupados en pares.