Villa Savoye y Loge du Jardinier, 1928

La Villa Savoye es el ícono absoluto del movimiento moderno, reconocido inmediatamente como tal.
Construida sobre una gran parcela de terreno no cultivado (más de 17 hectáreas), libre de todo tipo de restricciones, la Villa Savoye tiene la forma de un simple paralelepípedo de cuatro lados equivalentes, colocado sobre pilotes y cubierto por una azotea en la que se destacan las formas más fluidas de un solarium. Las formas son puras, inmaculadas, universales.
La decisión de abrir toda una crujía de pilotes y retranquear la planta baja, pintada de verde oscuro con su masa perdida en la sombra, acentúa la impresión de elevación. La curva de la planta baja se basa en el radio de giro mínimo del motor de un automóvil. El tráfico de vehículos de motor se convierte en una parte integral de la composición arquitectónica. En el interior, la distribución y el diseño espacial se definen de acuerdo con los movimientos de los usuarios a lo largo de la rampa, dando acceso a toda la villa desde la planta baja hasta el solárium.

El efecto de ligereza proviene de la pureza y perfección de la forma ideal del prisma representado por las fachadas, de la ausencia de planta baja y del alzado sobre pilotes, así como también de la importancia concedida a las superficies vidriadas. La arquitectura se desmaterializa aún más mediante el uso de la policromía purista, borrando la textura de los materiales y transformando las paredes y los tabiques en superficies de colores puros, como en una composición abstracta.

Este es el arquetipo de vivienda mínima presentado por Le Corbusier y Pierre Jeanneret en el segundo congreso del CIAM en Frankfurt en 1929. Muestra los mismos principios formales que la villa original, ilustrando la búsqueda de una arquitectura que es a la vez universal y no tiene diferenciación social.
El plan compacto, diseñado para 3 a 4 personas, ofrece solo 30 m2 de espacio habitable junto con 9,5 m2 para la sala de calderas y el trastero. Cuatro pequeñas habitaciones a las que se accede a través de puertas corredizas se colocan a ambos lados de una habitación compartida de 12,7 m2. Nada comparable a los 400 m2 de la mansión vecina, sin embargo, las dos construcciones tienen en común su unidad de pensamiento arquitectónico.