La obra arquitectónica de Le Corbusier,
una contribución excepcional
al movimiento moderno

Camino al Patrimonio Mundial

La Obra Arquitectónica de Le Corbusier: una Contribución Destacada al Movimiento Moderno, una Nominación a la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO (2002-2015).

¿Qué es el Patrimonio Mundial? ¿Sobre qué base y con qué métodos se intentó definirlo? Aunque el concepto nos es ahora ampliamente familiar, debemos resumirlo aquí para ayudarnos a ubicar nuestro enfoque al trabajo de Le Corbusier. El principio subyacente de la «Convención del Patrimonio Mundial»[1], adoptado en la Conferencia General de la UNESCO en 1972, consiste en que los Estados que ratifican la Convención se comprometen ante la comunidad internacional a preservar, en nombre de toda la humanidad, los bienes reconocidos internacionalmente, ubicados en su territorio y oficialmente reconocidos por inscripción en una lista. La Lista del Patrimonio Mundial es elaborada por el Comité de Patrimonio Mundial, el representante electo de los Estados signatarios, sobre la base de sus propuestas, con la condición de que los bienes sean considerados de Valor Universal Excepcional.

Olivier Poisson, Curador General Honorario de Patrimonio.
La Lista del Patrimonio Mundial

Hasta este momento, numerosos bienes han sido inscriptos en la Lista del Patrimonio Mundial[2] , como prueba del éxito de esta convención: ratificada por casi todos los Estados del mundo, da a los bienes inscriptos en la Lista, una visibilidad excepcional y avala la contribución de cada uno de ellos a una cultura universal. En este contexto, es interesante observar retrospectivamente las respuestas a la pregunta planteada anteriormente: ¿qué es el Patrimonio Mundial? ¿Qué se puede inscribir legítimamente en esta lista? Si miramos de cerca, la respuesta a la pregunta parece ser algo que ha evolucionado significativamente y, hasta se podría decir, progresado, desde las primeras inscripciones en 1978. Quizás como era de esperar, las primeras reacciones fueron colocar en la lista aquello que podría definirse como las «nuevas maravillas del mundo». La idea de una lista mundial que reuniera los principales elementos del patrimonio de la humanidad inmediatamente comenzó a resonar con conceptos mentales que prevalecieron durante mucho tiempo: los de los principales monumentos reconocidos por el turismo internacional, el Taj Mahal, Machu Picchu, la Torre Inclinada de Pisa, la Estatua de la Libertad, etc., más bien en la forma en que la tradición literaria occidental había conservado la idea transmitida por los griegos de las «siete maravillas» del antiguo mundo mediterráneo. Esta tendencia se confirmó en Francia: las primeras selecciones en 1979, las segundas en 1981, en cada caso una serie de cinco o seis inscripciones, eran monumentos o conjuntos arquitectónicos que reflejaban una imagen artística e histórica de Francia en su forma más conocida, incluso aspectos que eran familiares, quizás sin evitar por completo los estereotipos. Este enfoque no es difícil de imaginar y ha sido más o menos el mismo en países de todo el mundo, en ocasiones con motivos simbólicos o patrióticos[3] .

Después de dos décadas, tanto la temática como la implementación del Patrimonio Mundial habían alcanzado la mayoría de edad y ahora nos preguntábamos cuál sería el siguiente paso, especialmente ya que la acumulación inicial de bienes se había topado con ciertos límites. La matriz del Patrimonio Mundial es europea y se ha comprobado que, mediante la aplicación de los criterios aceptados, muchos de los territorios del mundo, en particular África, fueron mayoritariamente excluidos. Es cierto que ha habido inscripciones de «monumentos» no europeos, como por ejemplo arquitecturas vernáculas como las mezquitas de Djenné[4] y Tombuctú[5]o ciudades históricas en Yemen[6], que por su apariencia encajan en este sistema de valores basado en la arquitectura, pero no toda África está construida de esta manera. A fines de la década de 1990, cuando la convención estaba siendo ratificada por un número creciente de Estados, el carácter representativo de la Lista se convirtió, en consiguiente, en un problema real. El Comité de Patrimonio Mundial abordó esta cuestión buscando un nuevo equilibrio, sin el cual el proceso de inscripción corría el riesgo de perder su credibilidad. Después de mucho debate se puso de manifiesto que uno de los principales objetivos de la Convención era elaborar una lista «equilibrada, representativa y creíble», accesible a todas las regiones del mundo y en la que pudieran inscribir sus bienes.

Aquí hay una paradoja: la Lista del Patrimonio Mundial es elaborada por los estados del mundo. El Comité de Patrimonio Mundial está formado por 21 países elegidos por todos los estados signatarios y las propuestas emanan únicamente de los estados, en la mayoría de los casos, de forma individual. Pero la historia del patrimonio en los diferentes países es, para empezar, si no la historia del nacionalismo, al menos la historia de las identidades nacionales modernas. Y la paradoja es que debemos construir el patrimonio mundial, no necesariamente nacional o más allá del marco nacional, con propuestas nacionales de culturas nacionales. Por lo tanto, es fácil ver que los estados con la participación más antigua en la Convención, le habían proporcionado bienes correspondientes a sus propias historias culturales, haciendo de la lista, un reflejo de éstas. ¿Es posible superar estas contradicciones, dado que estamos trabajando para establecer algo que sea, real o al menos potencialmente, un patrimonio compartido en una cultura mundial? Ciertamente, hemos avanzado en esta dirección, pero el desafío aún no se ha cumplido. Anteriormente al año 2000, si bien todavía no habíamos resuelto las contradicciones que acabo de mencionar, logramos un gran avance metodológico que marca un nuevo punto de partida. Esta fue la definición de los paisajes culturales como objetos susceptibles de ser inscriptos en la lista. Al aflojar las excesivas restricciones arquitectónicas o monumentales que hasta ahora la habían regulado, la Lista se volvió potencialmente disponible para un número mucho mayor de bienes, en especial en áreas que hasta ahora habían estado prácticamente excluidas. Esto también estaba en consonancia con un grado de descompartimentación entre la naturaleza y la cultura. Como resultado, la respuesta a la pregunta del Patrimonio Mundial se ha vuelto más abierta que antes. [7]

Un proyecto de Le Corbusier

En 2001-2002, habiendo completado unos dos años de seguimiento de preguntas sobre el Patrimonio Mundial para el Ministerio de Cultura Francés, la prefectura del Distrito de Haute-Saône me pidió ayuda para abordar la cuestión de la Capilla Notre-Dame-du-Haut en Ronchamp. Tanto para conmemorar en 2005, la celebración del 50 aniversario de su construcción, como para reunir a la opinión local y a varios socios en apoyo del edificio, que es propiedad privada del Fondo Notre-Dame-du-Haut, se evaluaba que fuera considerado para su nominación en la Lista del Patrimonio Mundial. Al mismo tiempo, en el curso de los trabajos para completar la lista indicativa francesa para la Unesco, varias voces se habían alzado a favor de nominar también a la Villa Savoye, propiedad del Estado francés, quien la había comprado y rescatado de la ruina poco antes de la muerte del arquitecto.

Ya sea porque era difícil imaginar un enfoque de trabajo fragmentado como el de Le Corbusier y debido a que, como se describió anteriormente, todo el concepto de Patrimonio Mundial había estado cambiando, la idea de la nominación múltiple parecía evidente. La obra de Le Corbusier poseía una unidad obvia no solo considerando su fama, sino también las numerosas publicaciones e inventarios que la convirtieron en un importante campo de estudio en la historia del arte del siglo XX. Además, el «centro de gravedad» de estos estudios fue la Fundación Le Corbusier, heredera de la obra construida por el arquitecto y custodia de sus archivos, durante mucho tiempo secundada por los principales especialistas de Le Corbusier. La Fundación fue, por tanto, el primer organismo en ser contactado y consultado sobre el alcance y la composición de la lista de los edificios del arquitecto seleccionados para el proyecto.

En el momento en que se consideraba la idea de un archivo del patrimonio mundial, la esfera del patrimonio mundial aún estaba atravesada, e incluso agitada, por los profundos cambios que había experimentado entre finales de la década de 1990 y el inicio del nuevo milenio. Como ya se ha mencionado (en un debate sobre las decisiones tomadas por Francia, la cuestión ha cobrado nuevamente relevancia), la idea de una «estrategia global» había surgido, no sin dificultades, para ayudar a la Lista del Patrimonio Mundial a salir del estancamiento en el que se encontraba, a la vista de muchos observadores. Desde el punto de vista francés, el principio de estrategia general, al llamar la atención hacia categorías de propiedades subrepresentadas, abrió nuevas perspectivas de avance. Categorías subrepresentadas, es decir, paisajes culturales, patrimonio industrial o técnico, arquitectura del siglo XX o planeamiento urbano, permitirían diversificar la Lista y brindar nuevas oportunidades para bienes o países que, hasta entonces, hubieran considerado que eso «no era para ellos». Si pensamos en los principales archivos franceses en los que participé en ese momento, ya sea la ciudad de Le Havre reconstruida por Auguste Perret[8] , la extensión de la Salina d’Arc-et-Senans para incluir las obras de Salins-les-Bains[9], el paisaje cultural de los Causses y las Cévenas[10], de la cuenca minera Nord Pas-de-Calais[11] y otros, podemos afirmar con cierta seguridad que fue desde esta misma perspectiva, que se consideró el expediente Le Corbusier.

Las autoridades francesas estaban al tanto de esta situación. Sin embargo, la política francesa de presentar constantemente nuevos archivos ha sido objeto de críticas, explícitas o implícitas, que pueden haber influido en el desarrollo posterior de este expediente y por eso debo hacer mención aquí. De hecho, a lo largo de los años en que se desarrolló y afirmó el principio de la «estrategia general», se dirigió un llamamiento más o menos enfático para que se abstuvieran de hacer nuevas candidaturas aquellos países que ya estaban bien representados en la Lista. El hecho de que Francia no respondiera a esto, fue visto con disgusto (y sigue viéndose así). Sin embargo, el desequilibrio de la Lista, también se debe al hecho de que muchos Estados de regiones del mundo que tienen poca representación en la Lista, no presentan archivos. Hay varias razones para esto; pueden ser económicas y relacionadas a cuestiones de desarrollo desigual; pueden ser culturales, el concepto de patrimonio quizás no tenga la misma importancia en las representaciones colectivas de diferentes culturas; pueden ser políticas y administrativas, o nuevamente puede existir una cuestión de capacidad operacional. En efecto, desde la década de 1990, la creación de un expediente ha llegado a implicar considerables esfuerzos de preparación y redacción, sin olvidar la puesta en marcha de los propios sistemas de gestión inmobiliaria, cuya eficacia requiere ser demostrada.

Suponer que las acciones de algunos (los países bien representados, activos en el campo del Patrimonio Mundial) paralizan las de otros es, en mi opinión, malinterpretar seriamente la situación. Ciertamente, las nuevas inscripciones de estos países solo pueden conducir a un mayor desequilibrio, pero pretender remediarlo instándolos a desistir, en lugar de incitar a otros a tomar medidas, es actuar sobre las consecuencias y no sobre las causas; razonar en términos de cifras y no de hechos. Es importante considerar el Patrimonio Mundial como un campo dinámico. Expresa la vitalidad de las sociedades humanas y de los Estados que las representan, su capacidad para hacerse cargo de un tema o asunto, una propiedad o un territorio -que les pertenece o que dotan de su espíritu colectivo- y ofrecerlo al mundo como un bien compartido. Es cierto que no todo el mundo avanza a la misma velocidad, no todo el mundo tiene los mismos recursos para dedicar al campo (y no solo los materiales). Pero abogar por estrategias de restricción, retención o desistimiento es una doctrina desalentadora, lo opuesto a fomentar un espíritu competitivo entre estados.

Volviendo a la noción de estrategia global, la idea de un archivo en serie sobre la obra de Le Corbusier, un archivo que fuera multinacional y que incluso pudiera atestiguar el impacto de las creaciones e ideas del arquitecto en todo el mundo, pareció ser una legítima implementación de tal estrategia. Ésta, desde el principio, fue la visión adoptada por Francia y los países que supo movilizar en torno a este proyecto. Quedaba por elegir los caminos y los medios.

Inscripción en Serie

Entre los cursos de acción más prometedores que parecían estar disponibles estaba el de una inscripción en serie, un concepto que parecía obvio desde el comienzo del proyecto. Era un enfoque que ya estaba presente en la Lista del Patrimonio Mundial abierta en 1978, pero es posible que hayamos tardado en reconocer sus implicancias en el contexto de la estrategia y el desarrollo general de la Lista. Ciertamente, además de ser un único objeto, obra maestra o monumento, que es único aún si la perspectiva asociada puede ser más amplia, un bien del Patrimonio Mundial también puede ser una combinación de varios objetos que, en conjunto, constituyen un bien patrimonial. Ya en la segunda sesión del Comité, por ejemplo, cuando se propuso la cueva de Lascaux por ser representativa de la prehistoria francesa, la propuesta no se limitó únicamente a este sitio. De hecho, la cueva pertenece a toda una serie de sitios prehistóricos, su densidad probablemente corresponde a las condiciones imperantes en el medio en ese momento. Por lo tanto, preparamos una Nominación en Serie que constaba de una quincena de yacimientos arqueológicos y cuevas decoradas en el área del valle de Vézère. Lascaux es, sin duda, el más conocido de estos, pero si Eyzies y otros hubieran sido ignorados, la propiedad tal como está propuesta, habría dado una imagen incompleta del interés que genera la zona[12].

La nominación en serie, en otras palabras, la nominación de un sitio en serie que consiste en un conjunto de componentes que justifican la Declaración de Valor Universal Excepcional solo cuando se considera en su conjunto, se utilizó frecuentemente a partir de ese momento, abriendo nuevos horizontes en cuanto a formas de concebir un objeto patrimonial. Los campanarios pueden tomarse como ejemplo: una serie transnacional franco-belga de estos se reunió en varias etapas (1999 – 2005). Constaba de un conjunto de 56 campanarios y constituía un único objeto patrimonial que representaba un aspecto de la civilización urbana del sur de los Países Bajos[13]. Es importante señalar aquí hasta qué punto la idea de nominación en serie ha hecho posible combinar objetos patrimoniales que son más complejos y existen en escalas muy diferentes (aquí me refiero a archivos que tuvieron éxito durante el período del expediente de Le Corbusier, o que se desarrollaron en paralelo). Un ejemplo es el Arco Geodésico de Struve, una cadena de triangulaciones topográficas que se extiende desde Noruega hasta el Mar Negro y utilizada por el astrónomo Struve a finales del siglo XIX para medir el meridiano terrestre (inscripto en 2005[14]). La propiedad británica de Hadrian’s Wall (1987) y la propiedad alemana de Roman Limes, de 500 kilómetros de longitud desde el noroeste de Alemania hasta el Danubio (2005, 2008), se incluyeron también en una sola nominación. El Comité de Patrimonio Mundial reunió estas dos secciones bajo el nombre de «Fronteras del Imperio Romano[15]», abriendo así la puerta a otras propuestas sobre las fronteras del Imperio de las que quedan huellas. Este es claramente un cambio de escala.

Darnos cuenta de que las formas habituales de ver los patrimonios nacionales están ipso facto obsoletas para propiedades como estas, puede ayudarnos a ver cómo podemos concebir un objeto patrimonial de una escala y una importancia verdaderamente globales. Este enfoque ya se había utilizado en un intento de dar una idea del trabajo de un cierto número de arquitectos y, cuando estaba siendo considerado para Le Corbusier; estos precedentes obviamente tenían un papel que desempeñar. España había presentado la obra de Antoni Gaudí[16], con una selección  inicialmente algo draconiana de tres (1984), y luego siete edificios (2005). En 1994, Italia presentó el sitio en serie de la ciudad de Vicenza y las veinticuatro villas palladianas de la región del Véneto[17]. Otras propiedades en serie más pequeñas se compusieron en torno a arquitectos: las obras de Lluís Domènech i Montaner en Barcelona (1997[18]) y Víctor Horta en Bruselas (2000)[19]. Estas propuestas, aceptadas sin dificultad por ICOMOS y el Comité de Patrimonio Mundial, enfatizaban el aspecto artístico de las obras arquitectónicas. En 2007, en un enfoque comparable al de Le Corbusier, la obra de Vauban fue propuesta por Francia tanto en su aspecto poliorcético como histórico. Aquí, el simple hecho de ubicar las propiedades fue suficiente para ilustrar el proyecto fronterizo de Luis XIV, su «terreno especial», y el mapa en sí da un relato elocuente de la identidad de la propiedad. En este caso, se trata de algo específicamente nacional (la definición política y militar del territorio de una nación), pero –a diferencia de las series que consisten en objetos equivalentes y análogos (campanarios, cuevas), que ofrecen, cada una, la misma respuesta al mismo problema central – las series demuestran su relevancia a través de la diversidad de sus objetos. Para la obra de Vauban, se han reunido objetos de diferente naturaleza, que van desde una simple torre de defensa costera hasta complejos urbanos fortificados completamente, ilustrando además el desarrollo de proyectos y sistemas en la obra de su inventor[20].

Es aquí donde vemos cómo se puede armar un objeto patrimonial a partir de bloques de construcción que varían en tipo, alcance e importancia, pues lo que realmente tiene sentido es el hecho de ensamblarlos, y solo eso. Quería recordar estos ejemplos contemporáneos para ayudar a poner en perspectiva el enfoque subyacente al proyecto, ya que fue con este espíritu que Francia propuso abordar este archivo sobre la obra arquitectónica de Le Corbusier.

Una candidatura plena de acontecimientos

Para los expertos de los siete países que preparan este dossier (Argentina, Bélgica, Francia, Alemania, India, Japón y Suiza), era igualmente necesario pensar en términos generales, en cómo había contribuido la obra de Le Corbusier en su conjunto, a la arquitectura del Siglo XX, así como también pensar en lo que un proyecto de este tipo podría aportar a la idea misma de Patrimonio Mundial. Se puede decir que la motivación por la escala del proyecto fue extremadamente fuerte. Una de las principales razones, además, para proponer este complejo expediente transnacional que involucra una serie de edificios ubicados en siete países de tres continentes, organizados intencionalmente como un proyecto global, fue la forma en que correspondía a la vida y carrera de Le Corbusier, el primer arquitecto en la historia de la humanidad que ha construido en cada rincón del mundo entero. La escala del proyecto también estuvo relacionada con la noción misma del Movimiento Moderno, que sin duda, transformó las formas de construir en todo el mundo en el siglo XX. Si bien el Movimiento Moderno no puede, por supuesto, limitarse solo a Le Corbusier[21], este último fue uno de sus teóricos y representantes más eminentes. Como ya he mencionado, la primera selección fue realizada por el consejo de expertos de la Fundación Le Corbusier y tuvo como resultado una lista inicial de 22 edificios, principalmente en Francia y Suiza, con solo un elemento para cada uno de los otros países, mientras que la serie final incluyó 17 sitios. Al armar esta serie, Francia y los seis países socios de la nominación intentaron dar cuenta de las ideas y propuestas de Le Corbusier, de las obras que las transmitieron y revelaron su impacto. Por sobre todo, querían mostrar cómo estas ideas influyeron en la arquitectura mundial en el siglo XX.

Han pasado muchos años entre la selección original de 22 edificios y la lista final, junto con algunos eventos que es necesario mencionar. Mi propósito aquí no es dar cuenta de los muchos altibajos del archivo, sino simplemente señalar los principales ajustes que se realizaron, ya que ayudan a ilustrar el enfoque adoptado. Además de las primeras obras en La Chaux-de-Fonds y una lista más extensa de edificios, la primera versión del expediente incluía propuestas sobre el trabajo de Le Corbusier en la planificación urbana. Estos incluyeron el complejo Firminy, que sin duda quedó incompleto pero que aún representa un proyecto urbano, y sobre todo, el proyecto indio de toda una ciudad, Chandigarh.

Esta parte del archivo fue defendida por Kiran Joshi, quien enfatizó la importancia para los funcionarios indios de asociar la ciudad de Chandigarh del siglo XX con la imagen patrimonial de la India, de este modo, significando la entrada de la nación en la era moderna. Sin embargo, motivos internos de este gran país llevaron al inesperado retiro de la candidatura en diciembre de 2007, poco antes de su firma. Este fue un revés doloroso para quienes iniciaron el proyecto, pero no pudimos dar marcha atrás. No obstante, la propuesta fue presentada de todas maneras, despojada de su componente indio y preparada por la UNESCO e ICOMOS para la reunión del Comité de Patrimonio Mundial en Sevilla en junio de 2009. No necesito decir cuán decepcionados estaban quienes iniciaron el proyecto al leer la evaluación de ICOMOS. Fue negativa, no solo en términos del expediente en sí, en vista de la trascendencia de los debates del Comité sobre el mismo, sino también del principio mismo en el que se basaba: una inscripción en serie de la cual la escala, el valor representativo y la difusión geográfica estaban destinados a demostrar el Valor Universal Excepcional de la propiedad.

Por el contrario, la crítica a la selección se basó (en términos algo vagos) en el supuesto de que cada uno de sus componentes necesitaba tener méritos intrínsecos para ser reconocidos como de Valor Universal Excepcional. Esta suposición no tuvo en cuenta el hecho de que estos componentes eran parte de un todo, ni intentó apreciar el valor general de la selección. Desde el punto de vista de ICOMOS, solo tres edificios –la Villa Savoye, la Unité d’Habitation de Marsella y la Capilla de Notre-Dame-du-Haut– podrían considerarse de gran influencia en la arquitectura del siglo XX. La obra del arquitecto en su conjunto, de la que la Serie fue un intento de reunir los componentes significativos, no calificó[22]. Este pronunciamiento equivalía a una divergencia fundamental de opiniones ya que, para los defensores del expediente, la Serie no derivaba su valor por ser una combinación de edificios destacados, sino que constituía, en sí misma y por el hecho de ensamblar sus componentes, una sola propiedad. Lo que manifestó el valor universal de la propiedad fue el vínculo, –necesariamente inmaterial– entre estos componentes.

Más allá de esta divergencia, también se podía ver una renuencia a considerar el trabajo de un solo hombre. Esta cuestión había mantenido ocupado al Comité de Patrimonio Mundial hasta la década de 1980 y dio lugar a las observaciones de Michel Parent sobre este tema; observaciones que habían guiado la política del Comité[23]. Pero la pregunta que se había planteado en su momento, se refería a lugares cuyo único valor era supuestamente el de estar vinculado a un hombre, su vida o su memoria y el uso del criterio (vi) relativo a la asociación con valores intangibles. Esta fue probablemente una precaución legítima en 1980, ya que la Lista es iniciada por los Estados y los fundadores del Patrimonio Mundial querían protegerse contra la posibilidad de un engrandecimiento sistemático de los «hombres importantes» de cada país. Pero, más allá de este problema, que es uno de los «lugares de la memoria»[24], queda el hecho de que todos los bienes culturales están hechos por la mano del hombre y, por lo tanto, tienen uno o más creadores, a los que es difícil ignorar. Sin embargo, nos dimos cuenta de que el hecho de sugerir una propiedad moderna, con su cercanía en el tiempo y su abundante documentación que hace imposible ignorar a su creador (la cuestión nunca se plantea para sitios antiguos o medievales, cuyos diseñadores o jefes de proyecto son generalmente desconocidos), era perjudicial para nuestro proyecto, el hombre en cuestión estaba, en cierto sentido, «demasiado presente» en sus creaciones[25].

Sin embargo, el fracaso es siempre una oportunidad para un examen de conciencia y, a pesar de la divergencia de opiniones entre los iniciadores del proyecto y el ICOMOS sobre el concepto mismo de la nominación ya señalado, la referencia dada por el Comité de Sevilla abrió un nuevo período de reflexión y trabajo para reescribir y mejorar el archivo. Todos eran concientes de que el primer intento, tanto en el tema como en los argumentos, no había sido ni convincente ni suficientemente claro, u ordenado. Claramente necesitaba ser revisado.

Un nuevo expediente era tanto más necesario ya que el retiro inesperado de la India había creado un desequilibrio en la propuesta original. Rápidamente se decidió abandonar cualquier referencia al planeamiento urbano y adoptar criterios de selección más estrictos en la elección de los edificios, manteniendo la idea de una serie transnacional como opción imprescindible. Para centrarse en las obras más significativas, se descartaron los esfuerzos juveniles del arquitecto en La Chaux-de-Fonds y varios edificios de París. Se revisó y se simplificó el texto, se mejoró su estructura. Los planes de gestión de cada componente, desarrollados a nivel local por las autoridades responsables de cada país, se coordinaron mediante la creación de una Asociación de Sitios Le Corbusier, llamados a formar una red capaz de reunir las propiedades que componen la serie, las regiones involucradas e incluso áreas más amplias.

Lamentablemente, el expediente reenviado en 2011 recibió una nueva evaluación desfavorable, sin ningún cambio en la posición del Órgano Consultivo. Este último llegó a la conclusión de que la propuesta debería rechazarse en su totalidad, recomendando en el futuro mantener una nominación «separada» de «tres obras maestras»: la Villa Savoye, la Unité d’Habitation de Marsella, la Capilla de Ronchamp, las cuales ya habían aparecido en el informe de 2009. Por consiguiente, prosiguió la oposición al principio mismo del expediente. Sin embargo, el Comité, consciente de que las cosas habían llegado a un punto muerto, pidió en su decisión al Órgano Consultivo, que entablara un diálogo con los promotores del proyecto, con miras a conciliar los dos puntos de vista, de ser posible.

Los debates con la Sra. S. Denyer, delegada por ICOMOS, se llevaron a cabo en varias ocasiones a partir de 2012. Al menos indirectamente, estos intercambios alentaron un análisis más detallado de cada componente y la tabulación de los vínculos entre cada componente de la serie y los criterios utilizados para justificar el VUE y los atributos que los caracterizaban. La tabla resultante permitió expresar con mayor claridad el aporte de cada componente a la serie y creemos que esta forma de presentar las cosas ayudó a aclarar la forma en que se percibió la nominación.

Además, el renovado contacto con las autoridades indias posibilitó el regreso de India al expediente en octubre de 2013. Ahora que dicho archivo se limitaba a su aspecto puramente arquitectónico, se podría incluir el Capitolio de Chandigarh con los tres edificios emblemáticos que lo componen. Este fue realmente un factor esencial y fue así que la tercera nominación, presentada en enero de 2015, fue recibida muy favorablemente tanto por ICOMOS como por el Comité de Patrimonio Mundial.

Para concluir, diría que, en mi opinión, la larga trayectoria de este archivo resume los avances del Patrimonio Mundial desde la implementación del principio de «estrategia global» y la búsqueda de una contextualización más satisfactoria de bienes culturales, lejos de la visión de los «monumentos» individuales que describí al comienzo de este artículo, como las «nuevas maravillas del mundo». No es que las visiones de propiedades icónicas y grandes obras maestras estén completamente desactualizadas: seguramente todavía hay edificios individuales que se incluirán en la lista por sus propios méritos, y no necesariamente por méritos estéticos. Pero, teniendo en cuenta que, nos enfrentamos en el siglo XX a un cambio importante en la forma de concebir la arquitectura y construir ciudades, un cambio que la obra de Le Corbusier ayudó a inspirar y difundir por todo el mundo, tuvimos que cambiar nuestra forma de ver las cosas y, al hacerlo, cambiar la respuesta a la pregunta constantemente renovada, formulada por la idea misma de un patrimonio universal: «¿Qué es el Patrimonio Mundial?» Al inscribir una propiedad a escala mundial, el Comité reconoce la universalidad de una obra que, para citar a Jean-Louis Cohen, en realidad toma «el planeta como una obra en construcción»[26].

[1] O más exactamente, "Convención hacia la Protección del Patrimonio Mundial Natural y Cultural"
[2] En 2018, incluía 1092 propiedades.
[3] Por ejemplo, Independence Hall, U.S.A. : 78, 1978 (vi) [siguieno la práctiva común, mencionamos a las propiedades del Patrimonio Mundial con su número de referencia, año de inscripción y criterios completos].
[4] 116r, 1988 (iii, iv)
[5] 119r, 1988 (ii, iv, v)
[6] Shibam: 192, 1982 (iii, iv, v); Sanaa: 385, 1986 (iv, v, vi); Zabid: 611, 1993 (ii, iv, vi)
[7] Un informe de la fundación de la Convención y la emergencia de un principio de « estrategia general », se puede encontrar en el estudio de Christina Cameron y Mechtild Rössler, La Convention du patrimoine mondial, Montréal, Prensa de la Universidad de Montréal, 2017, 374 p.
[8] 1181, 2005, (ii), (iv).
[9] 203b, 1982, (i), (ii), (iv) – extension in 2009.
[10] 1153r, 2011, (iii), (v).
[11] 1360, 2012, (ii), (iv), (vi).
[12] 85, 1979 (i, iii).
[13] 943b, 1999-2005 (ii, iv).
[14] 943b, 1999-2005 (ii, iv).
[15] 430t, 1987-2005-2008 (ii, iii, iv).
[16] 320b, 1984-2005 (i, ii, iv). In 1984 : Parque Güell, Palau Güell, Casa Milà; in 2005 : Casa Vicens, façade de la Natividad y cripta de La Sagrada Família, Casa Batlló, cripta en Colònia Güell.
[17] 712b, 1994-1996 (i, ii).
[18] 804b, 1997 (i, ii, iv). Palau de la Música Catalana y Hospital de Sant Pau.
[19] 1005, 2000 (i, ii, iv). Hôtel Tassel, Hôtel Solvay, Hôtel van Eetvelde, Horta House & Workshop, Bruselas.
[20] 1283, 2008 (i, ii, iv).
[21] Podemos apreciar que el Movimiento Moderno ingresó a la Lista en 1987 con la inscripción de Brasilia [445, 1987, (i), (iv)]; seguido en 1996 por los edificios Bauhaus en Alemania [729r, 1996, (ii), (iv), (vi)], 2001, la Villa Tugendhat de Ludwig Mies van der Rohe en Brno [1052, 2001, (ii), (iv)] y la Ciudad Blanca de Tel Aviv [1096, 2003, (ii), (iv)].
[22] Consternado por la situación resultante, esbocé una respuesta a ICOMOS: « Le Corbusier sur la Liste du Patrimoine mondial : qu’est-ce qu’une œuvre ? » in DoCoMoMo Journal, 41, 2009, p. 13-25, Traducción al inglés, p. 12-24 [con la colaboración de M.-N. Tournoux]. Cabe señalar que la identidad de los autores de la recomendación de ICOMOS permaneció desconocida para los promotores del proyecto, quienes nunca pudieron discutir asuntos con ellos.
[23] Cameron y Rössler, op. cit., p. 274.
[24] Sin embargo, debemos mencionar – además de las inscripciones en serie de las obras de los arquitectos mencionados más arriba, con decisión durante los años 1984, 1994, 1996, 1997, 2000 y 2005 – la inscripción en 1996, de lugares asociados a la vida de Martin Luther [783, 1996, (iv), (vi)] y la de la Prisión de Robben Island Prison donde Nelson Mandela fue encarcelado [916, 1999, (iii), (vi)].
[25] La evaluación de ICOMOS se expresó bajo los siguientes términos: "Si identificar ejemplos que asocian tipologías con el despliegue de una obra durante la vida de un arquitecto puede ser un enfoque válido en términos de la historia de la arquitectura, no es un enfoque que conduzca a la identificación de propiedades excepcionales en el contexto de la Convención del Patrimonio Mundial."
[26] Cohen, J.-L., Le Corbusier, la planète comme chantier, Paris, Textuel, 2015, 224 p.